viernes, 12 de enero de 2018

Movimientos de población

En los pueblos, la lechuza anuncia la muerte. Se posa en el tejado de algún vecino, ulula toda lo noche, y, al día siguiente, hay entierro. No falla. Conforme se hace vieja, tiene que hacer más paradas por la fatiga  y, por lo tanto, mueren más vecinos. A veces, por más que ulule, no hay difunto. Entonces los lugareños montan en cólera y exigen su muerto y su velorio. Como debe ser. Así que el vecino en cuestión no tiene más remedio que plantearse el morir aunque no tenga ninguna gana, se considere joven todavía o su cosecha de manzanas esté aún sin recoger. Inevitablemente termina yéndose al otro barrio no sin antes despotricar contra la incultura de sus congéneres y llevarse por delante de un tiro al maldito pájaro. Entonces la población se recupera y la mortalidad baja con la incorporación de una lechuza joven, más interesada en copular y cazar ratones que en presagiar óbitos. Por su parte, la natalidad siempre se mantiene gracias a un nutrido censo de cigüeñas.





Finalista de noviembre en La Microbiblioteca. Espero que os guste.