lunes, 15 de diciembre de 2014

Fantasmas

Finalista La Microbiblioteca

Los fantasmas de la Casa Benssel siempre tienen hambre. Como los vecinos de los contornos han sufrido en carne propia su apetito, ya no se acercan al caserón. Así que ellos han tenido que tomar medidas para procurarse alimento con cierta asiduidad. Mandan a la benjamina del grupo al camino cuando ven acercarse en la lejanía algún coche que se ha desviado de la carretera principal buscando hotel o gasolina. La niña fantasma pone cara triste y hace señas con la mano. A pesar de la ternura que despierta en un principio, a los forasteros les asalta una duda incómoda cuando ven su vestido sucio y su tez macilenta. Se bajan del auto con precaución, pero ya es demasiado tarde. Los mayores son los primeros en comer y a los pequeños les dejan apurar los huesos. Una vez vino una médium con varios libros publicados, incrédula ante la voracidad de unos seres que ella consideraba almas totalmente inofensivas. Ni que decir tiene que cambió de opinión cuando sintió los dientes. A los fantasmas les resultó especialmente delicioso el sabor del escepticismo en las vísceras.


Microrrelato finalista de noviembre en La Microbiblioteca, junto a David Vivancos, Jes Lavado, Matilde González y Iñaki Goitia. Siempre es un placer estar ahí. 
Fallo aquí.

martes, 9 de diciembre de 2014

El pueblo que sabía demasiado

Cuando se tomaba una copita de anís del Mono, doña Águeda veía el futuro con una clarividencia milagrosa. Lo que era de mucha utilidad para sus vecinos. Se presentaban en su casa con una botellita y salían sabiendo el porvenir. Cualquiera que consultaba sus cartas podía, con tranquilidad, despedirse de su padre años antes de que muriera, adular a conciencia al familiar que le dejaría su herencia en un futuro, superar sin excesivos traumas un garantizado divorcio o preparar con anhelo una infidelidad venidera. Aunque también hubo destinos  equívocos y equivocados. El de Marcelo, que se colgó de un balcón desesperado por los desaires de Adela, empecinada en el vaticinio de que nunca se vestiría de novia. O el de Tobías, que tuvo que matar al alcalde —de forma bastante sangrienta—a pesar de que nunca sintió ninguna animadversión por él. Es más, todo lo contrario.




Fernando Martínez y Mònica Sempere me invitaron a participar en la última propuesta de Diarium. Su exposición "Materiales inanimados", donde se unen fotografías de objetos y microrrelatos de grandes amigos y microrrelatistas. Yo elegí una botella de anís del mono. Espero que os guste. Podéis visitar la exposición en "Diarium", Barberà del Vallès, Vía Sant Oleguer, 9.